Emociones simples y complejas
En nuestro día a día realizamos muchas tareas que realizamos de manera automática, y que son de vital importancia. Una de ella consiste en reconocer nuestras propias emociones y las de los demás. Las emociones se pueden reconocer a través de las expresiones faciales, la dirección de la mirada, el tono de la voz, la postura corporal, así como la información que podemos observar en el entorno. La capacidad para reconocer las emociones nos permite predecir qué pensará la otra persona, cómo se sentirá y, cómo actuará en base a dicha emoción. Por lo tanto, cumple una función esencial para la comprensión y adaptación de nuestro entorno social.
El reconocimiento de las emociones a través de la expresión facial se lleva a cabo a través de la información que percibimos visualmente de las caras. Y después, comparamos esta información con la que teníamos ya almacenada respecto a las características de una emoción en particular.
Según la perspectiva darwiniana, la capacidad de reconocer las emociones a través de la expresión facial es innata y universal. Esto quiere decir que las emociones básicas se expresan y reconocen en todas las culturas de forma similar. Actualmente hay un acuerdo generalizado de las emociones básicas son 6 (Ekman y Friesen, 1971):
La combinación de estas 6 emociones básicas permite que durante el desarrollo de la infancia y la adolescencia aparezcan multitud de emociones complejas (por ejemplo, el orgullo, la vergüenza, la frustración, etc.). La principal diferencia entre las emociones básicas y las emociones complejas es que las últimas son dependen del contexto y la cultura y, pueden basarse en una creencias o situaciones no reales.
En muchas investigaciones se ha propuesto que las emociones complejas se pueden agrupar en familias, y que cada familia de emociones tiene en común una serie de características. Por ejemplo, en las emociones que pertenecen a la familia de la alegría se presentan cuando percibimos placer debido a una situación agradable.
Pero esta clasificación no es rígida, ya que en investigación podemos encontrar multitud de clasificaciones de las emociones complejas. E incluso una misma emoción puede incluirse en varias familias de emociones. Por ejemplo, la emoción compleja de "frustración" puede incluirse en ira, tristeza o, incluso en miedo.
A continuación, os dejo el enlace de una página en la que han realizado una propuesta de distintos tipos de familias y, las emociones complejas asociadas a cada una de ella:
https://www.elperruco.com/emocion-definicion-de-las-emociones/
En los bebés de tan solo 10 semanas de edad, ya se puede observar que son capaces de responder de manera diferente a los estados emocionales de su cuidador, expresados tanto a través de la cara como por la voz. A partir de los 3 meses, los bebés pueden discriminar visualmente las emociones básicas de los adultos de felicidad, ira, miedo, sorpresa y tristeza. Y, a los 7 meses, los bebés detectan incongruencia entre las expresiones faciales y tono emocional de la voz. Entre los 2 y 3 años, comienzan a utilizar palabras sobre el estado mental (por ejemplo, mamá está triste).
Para los 6 años, los niños llegan a reconocer con la misma precisión y velocidad que los adultos la emoción de felicidad, siendo esta la primera emoción que dominan. De hecho, algunos estudios demuestran que las emociones positivas se aprenden antes, seguidas de la tristeza, el miedo y la ira. De manera que el reconocimiento de las emociones negativas suele alcanzar una capacidad similar a la de los adultos alrededor de los 14 años.
Para las emociones complejas se ha visto que los niños comienzan a reconocer la vergüenza, el orgullo y los celos hacia los 7 años, aunque siguen mejorando en estas emociones hasta la adolescencia o adultez.
A continuación, os dejo algunos juegos para trabajar el reconocimiento de emociones básicas desde casa.
¡Espero que os haya sido de utilidad esta información! Si es así, no dudéis en darle a me gusta a la publicación.
REFERENCIAS
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