¿Qué son las funciones ejecutivas?, ¿Eso qué tiene que ver con mi hijo y su desarrollo?
Seguro que todos nos hemos visto en la situación de intentar ayudar a nuestros peques con algún ejercicio de matemáticas un tanto enrevesado, o tener que llamarles la atención porque no han podido resistir apartar la vista de los deberes para mirar por la ventana a ver quién está haciendo tanto ruido en la calle. O, ¿qué me decís de lo difícil que les resulta a veces aceptar que no vamos a poder ir al parque porque está lloviendo? Pues las funciones ejecutivas están tienen que ver con todas estas situaciones en que lo que solemos hacer no basta, y tenemos que poner un mayor esfuerzo para adaptarnos a las circunstancias.
Pero, las funciones ejecutivas están implicadas también en aspectos del día a día más emocionales. Por ejemplo, cuando tenemos que tomar decisiones sobre qué merecerá más la pena, si dejarme las lentejas que tan poco me gustan o, mejor comérmelas para conseguir que mi madre esté contenta y además me dé un helado. O, cuando mi mejor amigo Juan, no para de bostezar y mirar hacia donde están los demás, mientras yo le cuento todos los niveles del Fortnite que me pasé ayer por la tarde.
Como veréis, cuando hablamos de "funciones ejecutivas" nos estamos refiriendo a un gran conjunto de capacidad y/o habilidades cognitivas, emocionales y sociales que nos ayudan a conseguir nuestras metas de la forma más eficiente. En el caso de nuestro niño y su apasionante conversación sobre el Fortnite, quizás debería haber sabido interpretar las señales que su amigo le mandaba y cambiar de tema de conversación, o haberle preguntado si quería jugar a algo.
De manera que, podemos distinguir entre las "funciones ejecutivas cognitivas", entre las que se incluyen :
- El control inhibitorio: conocido como la capacidad para contrarrestar la interferencia de distracciones de nuestra tarea, o la capacidad de ante una señal del profesor, controlarnos y no dar una respuesta que nosotros conocemos.
- La memoria de trabajo: es la habilidad para mantener información en nuestra mente, manipularla, sintetizarla y, añadir nueva información. Un ejemplo de esta habilidad sería cuando leemos un cuento y debemos retener la información de varios párrafos y sintetizarla para poder comprender el mensaje de este.
- La flexibilidad cognitiva: nos permite cambiar entre distintas pensamientos o actividades sin demasiada dificultad. Por ejemplo, cuando tenemos que quedarnos en casa y adaptarnos a las clases virtuales o al teletrabajo.
Y, las "funciones ejecutivas socio-emocionales" que son:
- La toma de decisiones: consiste elegir entre diversas alternativas, la opción que creamos que será más adecuada.
- La capacidad para demorar la gratificación: se conoce como la capacidad para resistirnos a escoger una recompensa pequeña pero inmediata, a favor de obtener una recompensa mayor si esperamos un determinado tiempo. Un ejemplo clásico consiste en darle a elegir al niño entre una golosina ahora o, 2 si espera a que volvamos a la sala.
- La teoría de la mente: es la capacidad para ponerte en el lugar de otras personas, interpretar lo que pueden estar pensando o sintiendo en una situación determinada. Un ejemplo podría ser cuando nosotros sabemos que ya no queda más zumo en el frigorífico. Entonces vemos que nuestro hijo va al frigo a buscar el zumo. Nosotros sabremos el niño creerá que todavía queda zumo porque no ha visto que se ha gastado.
Algunas de estas funciones ejecutivas suelen encontrarse alteradas en distintos trastornos del neurodesarrollo. Por ejemplo, en el Trastorno del Espectro Autista (TEA) se suelen encontrar dificultades a la hora de modificar las rutinas o cuando se embarcan en conversaciones sobre temas que les fascinan, entre otros aspectos. También podemos ver la importancia de las funciones ejecutivas en el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). En estos niños lo que destaca es la dificultad para mantener la atención en las actividades que están realizando e inhibir cualquier distracción. Así como, inhibir movimientos motores más impulsivos.
*Sin embargo, hay que ser precavidos a la hora de hablar de déficits, patologías o conductas disruptivas y, entender que estos comportamientos característicos no son más que las formas alternativas que han encontrado estos niños para regularse tanto fisiológica como emocionalmente.